lunes, 25 de abril de 2011

lunes de pascua

Ya estamos aquí, limpios de toda impureza. Unos pocos días entre el pueblo y el campo, en Castilla, obran el milagro de la primavera. Una consagración de la primavera en un verde encendido, en una sinfonía de verdes diversos, concertados, que nos limpian la vista al pasar la mirada a lo largo y a lo ancho del paisaje. Y si la mirada se purifica, todo lo demás también. Un paseo a campo abierto un sábado de gloria a media tarde puede ser casi tanto, para un laico, como el "arrobo de harta contemplación" para el místico. Un viaje de ida en coche, la mañana de un jueves santo, cuando la luz del mediodía arranca brillos en el verde aún mojado de las laderas, puede resultar una experiencia tan jubilosa como el vuelo de un ángel... y más aún si en el coche van sonando por todo lo alto unos madrigales amorosi de Monteverdi. Aquí el estallido de la primavera no es estridente, es armonioso. Luis Goytisolo tituló una novela suya Los verdes de mayo hasta el mar. Lo visto en Castilla estos días constituye un tobogán de verdes umbríos, fecundos, luminosos, que nos lavan los ojos... y lo que hay detrás de ellos. Al fondo quedan las procesiones, las túnicas, las vírgenes, los cristos, el olor de la cera ardiente.. todo eso tan sabido y reiterado. Pero el milagro está en otro sitio. La resurrección es regresar un lunes de pascua conduciendo sin prisa al mediodía, con todo lo visto y vivido, lo atesorado, a buen recaudo en la memoria. 

1 comentario:

  1. Pues bienvenido a la ciudad, espero que en estos tus espacios, compartas todo lo visto, vivido y atesorado en tu memoria

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