miércoles, 27 de abril de 2011

el partido

En mi casa vivimos el fútbol como una fiesta. Y si además es un Madrid-Barça como el de hoy, entonces estamos ante un banquete mayúsculo de los que hacen época. El prepartido es todo un ritual. Desde el día anterior, la conversación familiar gira exclusivamente en torno a las alineaciones, tácticas, estrategias, banquillo, anécdotas, pronósticos, estadísticas, puntos fuertes y débiles de ambos equipos... Una hora antes del inicio, la radio ya está atronando por toda la casa. Se masca el ambiente de las grandes noches. Estamos tensos, expectantes, y a cada paso miramos al reloj. A través de los móviles y del fijo, se producen llamadas dando y recibiendo ánimos. Por momentos diríase que el partido lo fuésemos a jugar nosotros. Cada cual tiene su papel en este terreno: mi hijo Luis, 17 años, es la referencia indiscutida en todo lo que concierne a conocimientos, información contrastada, documentación, análisis previo, lectura del partido..., en fin, alguien en quien poder confiar plenamente. Ignacio, 9 años, con su corazón tan blanco, es pura pasión madridista, un entusiasmo contagioso que no acepta la más mínima vacilación o duda en la victoria; su intensidad en el seguimiento es comparable a la de Pepe en el centro del campo, y además tiene un auténtico ojo de halcón para los 'fuera de juego'. Yo, padre de las criaturas, soy una especie de senador romano vitalicio investido de una aureola o auctoritas a la que se acude para consultar el valor de una opinión o dirimir con buen sentido pleitos futbolísticos. Carmen, mi mujer mágica y madre de estos chicos, además de admisnistrar sabiamente la logística, pone un poco de orden y sentido común en toda esta locura maravillosa. Y dicho esto, ya solo añadir que, por fortuna, en esta casa, vivimos el fútbol con pasión, sí, pero sin esos malos rollos, odios, rencores, miserias, mala baba, nacionalismos de cualquier signo (todos pésimos) y política sucia, fea, que vemos y oímos por ahí... al menor descuido. No. Aquí eso no tiene sitio. En esta casa, el fútbol, y sobre todo un Madrid-Barça, es, en efecto, pura alegría, "una disculpa para ser felices."

1 comentario:

  1. Cómo me gustan estas escenas familiares. Os imagina mi fantasía en el coche, en la casa, en el campo... y me muero por conocer más detalles.

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