lunes, 4 de abril de 2011

el vestuario

 Los lunes y miércoles por la tarde voy a la piscina de un centro deportivo. Nadar es aburrido pero saludable. Y además tiene el aliciente del vestuario (masculino, claro está), que es un interesante espacio donde observar los comportamientos humanos. Su tipología es en verdad diversa y no exenta de interés. De entrada tenemos a los jóvenes ejecutivos que cultivan una estética como de "escuela de negocios" (ellos prefieren llamarlo business school), tipo ESADE; ya las bolsas de deporte Nike, las camisas de finas rayas y el impecable rasurado nos dicen a quién  tenemos por vecino de taquilla; estos suelen despelotarse sin mayores problemas, cuando no con un aire competitivo y neoliberal, satisfechos de sus rayos uva. En el polo opuesto están los que, por lo que sea, no se encuentran nada cómodos con su desnudo a la vista de todos: esa manera tan apresurada y nerviosa de quitarse el calzoncillo, ese desparramar la vista por el suelo, como no queriendo coincidir con mirada ninguna en momento tan desairado, casi humillante... Y más aun cuando están presentes un par de gallos piscineros, de los que con sus gestos superviriles anuncian que van a hacerse 50 largos, así como el que lava. Próxima a esta especie se encuentra la de los abiertamente exhibicionistas o encantados de contemplarse desnudos en el espejo y saberse a su vez contemplados... y envidiados (cuando no secretamente deseados); no tienen ninguna prisa por salir del vestuario. El sector piscigay, que nunca falta a las fiestas, aquí se divide en dos bloques: el tímido-vergonzante (temeroso quizá de una indeseada y delatora subida de bandera) y el de los pavos reales que se extasían y alzan los brazos artísticamente en la ducha comunitaria; estos últimos le dan vidilla al vestuario, y además te ofrecen generosamente su champú, su acondicionador de pelo, incluso su crema hidratante. Y aunque la vida es dura, en esa fraternidad de efebos, toallas y vapor de agua le entran ganas a uno de proclamar alegremente: ¡Viva Grecia, chicos!
(Mañana más, si todo va bien esta tarde)

1 comentario:

  1. ¡Qué divertido debe de ser ese vestuario! Lástima que no podamos entrar las mujeres...

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