martes, 19 de abril de 2011

buscar, encontrar

Un amigo ha hecho realidad una bella idea en su casa rural de Patones de Arriba. Depatones -que ese es su nombre- está concebido para que un grupo de amigos o compañeros de trabajo pase allí un sábado de gloria bendita en la cocina, o un domingo de resurrección de los sentidos. Y el resto de la semana también. Cada día tiene su afán. El clásico principio horaciano de "enseñar deleitando" y disfrutar aprendiendo es lo que propone y hace realidad este amigo. En www.depaton.es puede uno hacerse una idea cabal de lo que ofrece su propuesta. Y sobre todo, ya de entrada va a leer una primera frase (bestline, en el argot publicitario) que no tiene desperdicio: "Un lugar para encontrar lo que no sabías que estabas buscando." O sea, el insospechado y gozoso hallazgo. Nada menos. Aunque la cosa tiene su aquel. ¿Cómo puede uno negarse a descubrir lo que en verdad está buscando... sin él saberlo? La frase, ingeniosa como pocas, contiene en su formulación eso que los escolásticos denominaban probatio diabolica; es decir, probar algo que en sí mismo es indemostrable. Los inquisidores del Santo Oficio interpelaban al acusado: "demuestra que no has tenido pensamientos contrarios a la doctrina de la Santa Madre Iglesia y que no posees un cofre repleto de doblones de oro." Eso mismo fue lo que llevó a Santiago Carrillo a decir aquella frase ya legendaria, no exenta de una endiablada pero deliciosa malicia. Preguntado sobre un tema muy en boga en aquel momento, el viejo y astuto superviviente de tantas batallas aspiró el humo de su cigarrillo, meditó la respuesta y, finalmente, sentenció despacio: "yo creo que Felipe [González] quiere volver a presentarse a las elecciones... pero él no lo sabe."  En fin, yo creo que todos deberíamos buscar lo que no sabemos que estamos buscando. Si lo encontramos, será perfecto; y si no lo encontramos... ¡que nos quiten lo buscado!

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