viernes, 18 de febrero de 2011

un viernes como este

Hoy es viernes, y eso ya es mucho decir. No un viernes como los demás, desde luego que no, pero es viernes y la tarde te acoge como una amante de toda confianza. La noche también. Debo confesar que en esta casa suenan especialmente bien algunas músicas las tardes de los viernes. No puedo ocultarlo: amo esta casa y la música que suena en ella. Como bien sabemos, cada día de la semana es un estado de ánimo, pero también es cierto que este oscila en función de la hora, del mes, de la inclinación de la luz, de la temperatura de la sombra, y, a qué negarlo, de cómo esté de inspirada Sarah Vaughan... A propósito (y esto es una mera intuición indemostrable), estoy convencido de que esta versión de Round Midnight que está sonando ahora la grabó ella un viernes, y no alrededor de la media noche sino a la caída de la tarde, cuando todo era o parecía posible. ¡Hay tanta expectativa en esta grabación! Es como si Sarah cantase sabiendo ya que esa noche, a la salida del estudio, iba a ser muy feliz con alguien. ¿Quién no ha tenido alguna vez esa certidumbre cosquilleando en el estómago, en las muñecas? Es como una descarga de azúcar en la sangre. O algo así. Pero no, Sarah no tiene prisa mientras canta esa canción, porque, a sabiendas de la dicha que tiene por delante, se recrea en el placer de la demora. Me la imagino en plena grabación cerrando los ojos y sonriendo ahora en medio de In a Sentimental Mood. Los músicos -piano, contrabajo, clarinete, saxo tenor, etc- la miran e intercambian sonrisas de inteligencia, como diciendo: es una mujer enamorada. Luego, a la salida, ella y él escaparán de la nieve del invierno en Harlem para beber bourbon y reír en la habitación de ese hotel donde no suelen hacer preguntas ni siquiera a los negros. Y menos aún en viernes. Un viernes como este.
 
 

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