miércoles, 9 de febrero de 2011

no estoy

Había decidido incomparecer hoy, miércoles, dejando este ciberespacio limpiamente en blanco. Vamos, que pensaba echarle morro y largarme con viento fresco, que no está hoy el verde para mucho ruido ni yo para bonitas explicaciones. Y mañana ya presentaría un justificante más o menos artístico, moderno, posmoderno, etc. En ese aspecto voy sobrado. Tengo una carpeta dedicada monográficamente a disculpas irrebatibles y cuestiones de fuerza mayor para no asistir a (cito de memoria): 1) trabajo, 2) reuniones familiares, 3) bodas y funerales, 4) visitas obligadas, 5) fiestas "divertidísimas". Y lo mejor de todo es que permanecen vírgenes más del 90% de ellas. Por supuesto, ninguna ha sido empleada en más de una ocasión. Para mí ya es como un género literario: yo escribo motivos de incomparecencia igual que otros pueden componer barcarolas, sonetos o sextinas provenzales. Y no es por presumir pero, la verdad, después de tantos años, me salen bordados. Tanto que mis amigos más próximos, esos a los que nunca puede uno fallar (para que no se vayan de la lengua, claro; saben demasiado), me piden buenas razones por las que han faltado o van a faltar al trabajo, llegado tarde a casa, no asistido al bautizo de una sobrina, traicionado una vieja promesa (¡una vez al año!) a los amigos de siempre... Razones, en fin, por las que han sido infieles a sus novias, desleales a sus amantes, maleducados, antipáticos, traidores con la izquierda... Me tienen por amigo simpático, alegre, desenfadado, moderno, romántico, liberal... No saben que soy un doble agente de Nokia y Samsung, de Orange y Vodafone, de Fly me to the moon y de Huish you where here. O como se escriba. Algún día todo se sabrá. Y será el fin del mundo. O al menos de este mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario