miércoles, 19 de enero de 2011

...tal vez soñar

Idea para un futuro libro de relatos. Unos laboratorios han patentado la fórmula de inocular en la mente humana sueños al gusto de cada uno. Una sencilla pastillita antes de acosatarse y... a soñar con los angelitos. O con quien sea. Cada comprimido (se presentan en cajas de 10 unidades) lleva en su interior un sueño determinado. Pero lo mejor de nuestros laboratorios es que, en su versión top, esos sueños son diseñados hasta en el más mínimo detalle por el consumidor que los encarga. Y ello le exige a este inventárselos, ponerlos por escrito, cuanto más detallados mejor, y enviarlos por mail a Suiza. Ni que decir tiene que la confidencialidad y el anonimato están garantizados. Lógicamente, según sea la complejidad de esos sueños, las pastillas tardarán más o menos tiempo en llegar al receptor. Claro que, en su versión estándar, con ensoñaciones predeteminadas que el consumidor elige entre un amplio catálogo, la cajita de 10 noches inolvidables resulta mucho más económica (ya hablaremos de PVP, promos, descuentos, programas de fidelización...) con envío exprés, etc.Yo, como soy bastante vulgar y previsible, empezaría pidiendo un dulce sueño con Angelina Jolie en Venecia: primero, un dry martini en Harri's Bar; después, Traviata en La Fenice; acto seguido, paseo por el Gran Canal hasta Rialto; sonrisas y miradas significativas a la altura del palazzo-museo de Peggy Guggemheim; finalmente, antes de volver a nuestra suite en el Danieli, Angelina y yo tomamos un bellini en la terraza del Quadri, y un negroni en la del Florian, donde, tras una versión exaltante de Fly me to the moon, la orquestina atacaría un melodioso By the Time I Get to Phenix, de Tony Gardner, extraído de un relato de Kazuo Ishiguro, perteneciente a su libro Nocturnos.  

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