jueves, 13 de enero de 2011

euritmia

 "Euritmia" es lo que fluye en los andares de Angelina Jolie caminando por Venecia en The Turist. En la escena a la que aludo, ella se sabe no solo vigilada sino observada de cerca y por entero, y eso la lleva a recrearse en la musicalidad que emana de sus pasos acompasados, del suave oleaje que su cuerpo dibuja en el aire al andar... No sé si me explico. En fin, era solo un ejemplo para ilustrar el concepto de "euritmia". Pero es verdad que los andares dicen tanto o más de cada uno de nosotros como la propia voz, la risa o los gestos. De hecho, los andares vienen a ser la voz de la figura, el espejo del alma de cuerpo... Algo así. Cada individuo tiene su propia firma, su letra, sus pupilas, sus huellas dactilares... y su manera de caminar. Siempre digo que conservo como oro en paño las voces y las risas de personas queridas o muy queridas, pero también  su manera de andar transitando por mi memoria. O por mi imaginación. Es curioso: las personas que me gustan, o que alguna vez me han gustado, tienen algo indecible en su manera de caminar que me atrae, o me atrajo, o ambas cosas. Hasta el punto de que si yo fuese creyente (¡ay, qué error,qué inmenso error no serlo!) organizaría en el Más Allá preciosos paseos sin prisa para los andares más queridos o admirados: en Venecia, claro está, pero también en Madison Avenue, en la abierta curva de Regent Street, en alguna mañana de primavera en Amsterdam, en un otoño sin prisa en el Hayedo de Irati (Navarra), en ciertos poemas de Leopoldo María Panero de Así se fundó Carnaby Street, en un septiembre de vendimia en la Toscana, en Cinecità, en el Chiado, en una novela futurista que carece de título, en un paseo de bellos andares que aun no se ha producido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario