jueves, 27 de enero de 2011

en pocas palabras

Hay dos (sub)géneros que me gustan particularmente: los anuncios por palabras y las erratas creativas. Un amigo, que sabe de estas aficiones mías, me ha enviado una pequeña muestra de supuestos anuncios por palabras, algunos realmente ingeniosos. Uno de ellos, muy negro, dice así: "Psicópata asesino busca chica para relación corta." Otro propone: "Cambio lindo doberman por mano ortopédica." Un tercero, además de ingenioso es ciertamente poético: "Hombre invisible busca mujer transparente para hacer cosas nunca antes vistas." Hace años leí un anuncio, al parecer publicado en el Westminster Herald, que no tiene desperdicio: "Deseo cambiar vestido de novia, ajuar y otros accesorios por pistola en buen uso." En esa frase está condensada toda una novela (que pese a las apariencias no tiene por qué acabar mal: la mujer despechada se casa finalmente con el dueño de la pistola). También recuerdo un microrrelato que me sigue pareciendo genial: su título era "La perplejidad de Edipo", y decía así: "Y entonces mi mamá me contestó: eso se lo dirás a todas." Lamento no recordar el nombre del autor. Ni tampoco el de este otro, más breve aun: "Cierra los ojos; todo lo que ves es mío." No lejos, al menos formalmente, están los aforismos, las paradojas, las muestras de ingenio. Groucho Marx, claro está, es una fuente inagotable en ese aspecto. Un poco menos conocido pero de no menor ingenio y quizá mayor calado fue el satírico vienés del primer tercio del s.XX, Karl Kraus. Escribió cosas como: "No me gusta inmiscuirme en mis asuntos privados." O bien: "La ingratitud es a menudo desproporcionada con respecto al benefico recibido." O esta otra: "Un poema es bueno hasta que uno sabe de quién es." O esta: "Muchos comparten mis opiniones conmigo; pero yo no las comparto con ellos." Conclusión: lo breve, si bueno, dos veces breve.

No hay comentarios:

Publicar un comentario