viernes, 14 de enero de 2011

decíamos ayer

¡Hay tantos lugares en la memoria o en la imaginación para pasear... de aquí a la eternidad! A los citados en el post de ayer yo añadiría, así, de entrada, un paseo en blanco y negro por un sendero lleno de hojas caídas en el último y memorable plano de El Tercer Hombre. También recrearía uno muy dulce que tuvo lugar en Rosales, una tarde de octubre, a principios de curso, hacia mil novecientos ochenta y... uno, quizá. La Gran Vía del cielo sería exactamente la Gran Vía: el lugar más divino para caminar en compañía de algún arcángel de largas piernas, eurítmicos andares, ojos topacio, mirada ultravioleta... Tampoco estaría nada mal pasear despacio por un tramo muy concreto de la ribera del Canal de Castilla (entre Villanueva de San Mancio y Belmonte de Campos) a la caída de la tarde, quizá en el año cien mil quinientos, en compañía de quien yo me sé. Ver bajo los tilos del cielo a Marlene Dietrich caminando armoniosamente en compañía de Greta Garbo (aquellos días en Berlín; primavera de 1930) por Unter den Linden... sería tan sublime como acompañar a Billie Holiday por los callejones de Harlem minutos antes de amanecer, borrachos de blues y de bourbon, a la salida del Cotton Club. Dicho esto, me pregunto cómo serían sus andares guepardos tras una noche loca de jazz, alcohol, melancolía, humo azul... y una versión a última hora de Sophisticated Ladyhttp://www.youtube.com/watch?v=hs8w6R-Xh_E

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