miércoles, 26 de enero de 2011

breve encuentro

No estaba en ningún club de Singapur; no ha sido secuestrada por ningún magnate del Golfo Pérsico; no ha ingresado en los circuitos del Este de trata de blancas, ni ha vuelto a su país, ni está declarada en paradero desconocido, ni tampoco hay en Interpol ninguna orden de busca y captura. No. Hoy, miércoles 26, a las 14.22 h., Lionella ha reaparecido en la línea 5 del Metro de Madrid. Desde el otro extremo del vagón he reconocido de inmediato su voz de ángel. Con el anhelo de un adolescente la he buscado con la mirada y he acudido tras ella. Mientras por el camino iba tratando de abrirme paso trabajosamente, sorteando bultos anónimos, pidiendo disculpas, etc, su voz de hilo de oro llegaba hasta mí en un español exótico y dulcísimo: "...escarmentar de la experiencia, pero nunca, nunca más..." Cuando finalmente llegó el  face to face... no me reconoció. Quizá mi sonrisa boba de "por fin, Lionella, el destino nos reúne" le ha llevado un segundo a tratar de hacer memoria. Y me ha devuelto la sonrisa, sí, pero mucho me temo que ha sido una dulce sonrisa amnésica. ¡Cómo es posible! No hace tanto hablé con ella casi un minuto en el andén, le di mi tarjeta ("escríbeme al mail, nunca se sabe"), intercambiamos miradas significativas... Es verdad que hoy la he visto más mujer de carne y hueso y menos donna angelicata que la primera vez, pero a pesar de la línea 5, de los bultos opacos, de los sueños incumplidos, de la vulgaridad reinante y de que ni Dios da una moneda a cambio de una hermosa canción..., a pesar de todo eso, Lionella sigue siendo un ángel. Vale, lo admito, su media melena no es de un rubio tan natural y renacentista como yo creía, ni su figura tan arcangélica, pero su mirada azul, al darme las gracias mirándome a los ojos en rumano, ha coincidido con su voz de hace tres meses, y quizá con mis sueños de dentro de tres años. Aunque todo ha sido tan breve, tan fugaz, que casi es como si no hubiera sucedido.          

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