lunes, 16 de mayo de 2011

besos

No hay dos besos idénticos como no hay dos maneras iguales de besar. Depende de tantas cosas... Del día y de la hora, del grado de humedad en el ambiente, de la luz que queda bajo los párpados, de la temperatura del deseo, del tiempo de la espera, incluso del idioma. No se besa igual en las tierras altas de Cumbres borrascosas que en Tokio Blues. Ni en la mansión de El gran Gatsy como en El jardín de los Finzi-Contini. Ni Anna Karenina besa como Ana Ozores, ni ésta como Emma Bovary. Los besos de Ava Gardner suelen ser majestuosos y de una voluptuosidad perturbadora, pero el de Cary Grant e Ingrid Bergman en Encadenados es tan envolvente, tan estremecedor, que te deja marcado para siempre. Cada cual besa como es. Hay quien lo hace a la desesperada, como cumpliendo el último deseo, y quien besa con avaricia de recaudador de besos (los detesto). Los hay muy ensalivados y retráctiles, con mucho regodeo lingüístico, casi más propios del mundo de la espeleología. En otros se percibe enseguida un savoir faire muy profesional que... al principio gusta, claro, pero a la postre no emociona. También hay quien no sabe ni sabrá nunca besar con naturalidad: sus besos sólo son un torpe remedo de labios indispuestos. Por el contrario, hay bocas que besan de un modo que te matan de amor, que con un solo beso... tienes para recordar toda tu vida.Y cuando eso sucede a los 17, a los 20, a los 27, se pasa uno la existencia buscando ese beso en todas las fiestas, todos los veranos, en todos los amores, las ciudades, los sueños, las películas... Si al final tienes la suerte de encontrar el beso perdido de esas Ava Gardner o Ingrid Bergaman, esos Cary Grant, Jude Law, Clive Owen, esa Rachel Weisz... entonces ya puedes vivir feliz el resto de tus días. Afortunado tú. Afortunada. Los dioses y las olas del Egeo se han puesto de tu parte. Que los besos más dulces te acompañen siempre, y más allá, si ello fuera posible (mañana más besos).

No hay comentarios:

Publicar un comentario