miércoles, 10 de noviembre de 2010

solamente una vez

Hoy ha sido como la rentrée después de unas pequeñas vacaciones. Una semi semana santa en pleno otoño. Es curioso, basta añadirle dos días al fin de semana y ya tienes montada la sensación vacacional. Y la post vacacional, claro. De vuelta a casa me he acordado de Lionella, la dulce rumana que me hizo pasar de un vagón a otro del metro para seguir oyéndola cantar... como los ángeles. Ya conté aquí que le di mi tarjeta: "escríbeme a este mail. Nunca se sabe, pero me encantaría..." Ha transcurrido un mes desde aquella tarde -7 de octubre-, pero Lionella no ha dado señales de nada, y eso ya es en sí mismo toda una señal. Aunque dice un personaje de Martín Garzo que "hay que creer en los milagros. ¿Cómo podríamos vivir si no?" Y es verdad. Quizá, en mi impaciecia casi juvenil, ay, me esté precipitando al darla por perdida. Qué menos que concederle a ese ángel rubio de mirada celeste los 100 días de gracia que se concede (o eso dicen) a todo nuevo gobierno. Lionella querida: donde estés, y en la línea de metro que estés, acuérdate de mí, y dime cuándo, cómo y dónde puedo volver a escuchar tu voz, aunque sea... solamente una vez. En fin, es mi sino con las mujeres: o me matan de amor... o me matan de olvido.

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