jueves, 25 de noviembre de 2010

el mar de las palabras

Hablaba ayer aquí del silencio y el estruendo, y de las palabras que no quieren decir nada. Vivimos sumergidos en un mar de palabras. Palabras tras las que a veces nos ocultamos, nos protegemos, nos atrincheramos. Y es tanto el ruido que podemos llegar a hacen con ellas que a menudo, en lugar de comunicar y esclarecer, oscurecen, confunden, aíslan. Llegados a este punto, ¿qué tal si jugamos al juego de las prendas... desprendidas, de las frases retiradas, y nos vamos desvistiendo? Sólo es un juego inocente en el que el silencio va ganándole terreno al mar de las palabras gastadas. Cuando hemos retirado todas las prendas, todos los obstáculos, entonces, en ese silencio limpio y transitable aparece  la belleza del desnudo. Y ese espacio habitado -silencio, belleza, desnudez- es el territorio natural de las miradas. Las miradas nos cubren como olas, se apoderan de nosotros, nos llevan lejos, nos muestran los tesoros que hay en ellas, las joyas robadas, los misterios sin descubrir, los secretos que solo es posible imaginar. Más allá de las palabras (que se las lleva el viento) hay otro mundo más intenso, más libre: el mundo de la mirada. De las miradas.

1 comentario:

  1. y en el medio de todo ese silencio, zeta y un servidor te interrumpen. Desde los gritos más desgarrados de gallows hasta el más sexo de los saxos tenores.

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