viernes, 29 de octubre de 2010

buona sera, ci vediamo

La sesión de masaje de ayer fue como una visita al paraíso. Primero, la luz apaciguada y la temperatura amable para la desnudez en la camilla de piedras removibles de jade caliente; a continuación, las manos de ámbar de la  masajista extendiendo el bálsamo aromático por todo el territorio (bueno, por casi todo) y convirtiendo el cuerpo en un templo -griego, por supuesto- consagrado al culto del dios placer y de la diosa voluptuosidad. Y todo ello mientras el aire se empapaba de fragancias frutales, y una música tántrica, atmosférica, combinaba el oleaje de la mar con la armonía de las esferas... Ay de mí. Como hubiera dicho Vinicius de Moraes en el Café de la Fusa: "creo que sentí toda la Tierra rodar." Una hora después, comulgábamos con el sintoísmo nipón del silencio limpio y los pescados crudos. A la salida, la Gran Vía en todo su esplendor seguía allí. Sin embargo, hoy es viernes... y no lo parece. O no me lo parece. Ciao, caro diario. Il martedí sarà un'altro giorno.

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