jueves, 28 de octubre de 2010

en cuerpo y alma

Al igual que en la mesa, en el trabajo hay días salados y días dulces, picantes, aromáticos, agrios, especiados. Hay días de banquete y días de ayuno, de cómida rápida y de digestión pesada, de comida basura y de delicatessen. Hoy ha sido (para mí) un día... soso, así como de dieta blanda. En fin, un día que ni fu ni fa, ni carne ni pescado. Confío en que lo que resta del día me compense de algún modo. La teoría de los vasos comunicantes tiene que funcionar: el vacío que deja una cosa debe ser llenado por otra. Cuestión de equilibrios. Y de equilibristas. Pero dejemos la cuerda floja y su campo semántico.  Hoy tengo sesión de masaje (una hora) en un ático con vistas, y a continuación cena en un restaurante japonés. Los multimillonarios vivimos así. Del caño al corro y del corro al caño. Son dos culturas: por un lado el culto al cuerpo de los hedonistas griegos (no sé cómo me las arreglo pero siempre acabo en Grecia); por otro, el misterio de Oriente, los jardines ascéticos, el taoismo llevado a la mesa... En fin. Veremos.

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