lunes, 4 de octubre de 2010

Silencio, qué silencio

A diario me gusta llegar pronto a la agencia, levantar los estores, ventilar el aire detenido, leer el correo, contestar algún mail, tomar un primer café... y que todo ello suceda como bendecido por el silencio limpio de la mañana. Pero hoy, lunes, el silencio se ha prolongado mucho más allá de ese primer cuarto de hora habitual. Un silencio apenas pespunteado por el sordo teclear en algún ordenador, o por el sonido de algún teléfono lejano. Pero no hay cruce de palabras en el aire, no hay diálogos. Cada cual está en lo suyo. Y en su propio silencio. Cómo no recordar entonces el verso de Rosales: “el silencio de dos nunca se junta.” En fin, es lunes. Aunque Zor ha estado en Amsterdam tres intensos días y vuelve cansada y fascinada. Me confiesa: “tengo sueño.”

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