lunes, 25 de octubre de 2010

donde esté un buen lunes...

Después de todo este tiempo escribiendo el diario en la intimidad, me resulta raro hacerlo directamente en el blog, sobre todo por lo que ello tiene de pasen y vean, de jornada de puertas abiertas en este, digamos, concesionario de mis interioridades. Y dicho esto, hoy no ha estado nada mal mi media jornada de lunes. Al entrar en Fuencarral a las 8.30, he visto el cielo de Madrid como un sutil fondo de cuadro, muy pictórico, sí, en tonos grises, nácares, celestes, sonrosados... Qué lujo de otoño estamos teniendo. He llegado a la agencia pronto y con buen ánimo. Lástima de un buen café-café. Empiezo a acariciar una idea (hay ideas que se dejan acariciar), a saber: el lunes no tiene por qué ser un mal día. Argumentación: si el fin de semana nos depara vino y rosas, alegría, siestas, placeres, caminatas, amigos, lecturas luminosas, goles que son amores, un verso que arrebata, unos ojos verdes, alguna fantasía... ¿Entonces?, con ese cargamento, ¿cómo no llegar de buen ánimo, mirar el correo, sonreírle a Zor cuando aparece... (hay un bellísimo poema de Alberti dedicado a María Teresa León: cuando tú apareciste) Concluyo: llevo camino de que me gusten los lunes. Qué peligro.

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