jueves, 22 de diciembre de 2011

tallas y moda

Al igual que ocurre con las hombreras o con las solapas anchas, la moda viene y va en un vaivén que oscila entre lo apolíneo y lo dionisíaco, los sueños y la vigilia, la realidad y el deseo. Tras cinco años de investigación "en el más riguroso secreto" -según informa el suplemento dominical Yo Dona-, la firma Teleno Moda Íntima ha presentado un hallazgo revolucionario en el sector de la lencería. Su nombre comercial: Aumentax; al parecer, más que un sujetador, un milagro. La campaña publicitaria dice que gracias a él la mujer se siente "2 tallas max guapa" (sic). Y el copy, o la copy, pone en boca de la voz en off narradora una frase muy hábil desde el punto de vista publicitario, aunque discutible: "dos tallas más de seguridad en ti misma", dice. Buena parte de esa 'inseguridad' ocasionada por la supuesta escasez de volumen se debe a nosotros, los tíos. Por las razones que fueren (zoológicas, antropológicas, alimentarias, etc), a los tíos nos suelen fascinar los grandes pechos, los ampulosos bustos de 120 cms, las grandes tetas nutricias y masajeables en las que poder hundir la cabeza y bucear en ellas. Por poner un ejemplo emblemático y universalmente conocido: Anita Ekberg en la famosa escena de la Fontana de Trevi en La dolce vita. Se han escrito toneladas de textos sobre el tema. Por tanto, no voy a seguir por ahí. Entrando ya en los gustos personales, puedo decir que, en efecto, me gustan los hermosos pechos altos como campanas en el campanario. Y benditos sean por siempre. Pero una cosa no niega la otra, ni un martini se opone a un negroni, ni una cúpula de Brunelleschi desmiente un éxtasis de Bernini. He conocido pechos (de joven, se entiende, de soltero) en cuya brevedad efébica radicaba buena parte de su encanto, y en la dureza crispada de sus pezones enloquecía la punta de la lengua más exigente. Los pechos de una mujer tienen voz propia, y el color de esa voz no depende del tamaño, ni el tacto del volumen, ni la melodía que emanan depende de la talla. Una soprano y una mezzo no deben competir; una tiple y una vicetiple, tampoco. Hay tablas rasas, o casi -desde Greta Garbo, Catherine Hepburn o Grace Kelly hasta Keira Knightley, por citar solo nombres conocidos-, que harían perder la cabeza a cualquiera. No es pues el tamaño ni la talla: es otra cosa. Otra cosa.

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