martes, 20 de diciembre de 2011

geolocalización

Cuando me preguntan si tengo alergias, siempre respondo "ninguna, que yo sepa". No es del todo cierto, aunque es verdad que mis alergias e intolerancias no están relacionadas con fármacos, alimentos, pólenes, etc. Sin embargo, hay cosas ante las que mi naturaleza reacciona de manera instantánea. Entiendo que esas reacciones no siempre son racionales ni están plenamente justificadas: a veces tienen más que ver con las supersticiones (fobias, terrores, oscuridades) que con las luces del pensamiento y de la razón. Voy a poner un ejemplo que está muy de actualidad: yo siento una aversión urticante ante la mera hipótesis de ser sometido a eso que ahora llaman 'geolocalización', que consiste en tenerte en todo momento 'localizado' en el mapa, a través del móvil, como una gasolinera en el GPS del coche. Sólo de pensarlo, me produce irisipela. Esa aplicación perversa es tanto como decir adiós a la sensación de libertad, adiós al callejear como perro sin collar ni dueño, a poder estar uno por ahí sin más detalles, ni sitio ni hora ni control de alcoholemia ni permiso de conducir o conducirse como uno quiera y donde le dé a uno la gana. No digo que el artilugio no sea lo más tranquilizador del mundo en algunos casos, ni tampoco ignoro que mejorará el sistema nervioso de los padres de adolescentes las noches de los sábados. Vale, de acuerdo, lo doy por bueno. Pero no quiero para mí la sensación (aunque solo fuese la sensación) de vivir en régimen de 'libertad vigilada'. Por el contrario, quiero tener a mi alcance la idea (aunque solo sea la idea) de poder acogerme durante dos, tres, cuatro, veinticuatro horas al estatuto de 'paradero desconocido'. O simplemente, hacer creer que he estado por ahí (qué sabe nadie lo que es 'por ahí') cuando en realidad he pasado todo ese tiempo solo en casa, leyendo a Juan Ramón o atiborrándome a telebasura. Y no es que a estas alturas aspire uno a ser un Dorian Grey y acudir a sitios clandestinos de mucha perversión, con mazmorra y cuarto oscuro..., pero sí al menos poder dar lugar a dudas, suscitar equívocos, alimentar una improbable leyenda. Así pues, ¿geolocalizado? No, gracias.

1 comentario:

  1. Ay salao, si nos hubiesen podido poner eso algunos que tu y yo sabemos, que pocas veces te habrías descolgado por la escalera Meleiro. No habrían podido sospechar que fumábamos lo que no fumábamos una noche de Septiembre, en fin, me alegro de haber sido adolescente entre Cordo y Led Zeppelin, en vez de rodeado de cacharros de Steve Jobs.

    ResponderEliminar