martes, 13 de diciembre de 2011

13 del 12 del 11

Una fecha como otra cualquiera, pero en elegante secuencia descendente, como una escalinata de mármol muy blanco, muy gastado, que nos llevara desde el templo de Afrodita hasta el borde mismo de las olas, de la espuma del tiempo que baña nuestros pies y se retira, mar adentro, llevándose el tacto, la temperatura, el molde, la medida de nuestros pasos, las huellas que dejamos en la arena al caminar... Todo eso que sucede entre una y otra ola, entre dos parpadeos... No sé por qué escribo estas cosas con un cierto aire kitsch, como de souvenirs poéticos del Peloponeso. No sé. Trece, doce, once... y bajando. Quizá tenga alguna relación con el artículo de Vila-Matas, leído esta mañana en El País, que lleva por título "El espíritu de la escalera". Dice que, para los franceses, l'esprit de l'escalier significa "encontrar demasiado tarde la réplica: pasar por ese momento en el que encuentras la respuesta, pero esta ya no te sirve, porque estás ya bajando la escalera y la réplica ingeniosa deberías haberla dado antes, cuando estabas arriba." Oh, cielos. ¿Quién no ha sentido mil veces en su propia lengua, en la punta de la lengua, l'esprit de l'escalier? Es increíble la cantidad de cosas que surgen, pasan (o pueden pasar), se perciben (o pueden percibirse) en eso que llamamos 'la punta de la lengua'. La punta de la lengua es el lugar de la intuición y del placer -tanto del recibido como del suscitado-, el verdadero punto G del gusto, de las ganas, de las gloriosas glándulas, de esa bella palabra italiana que es goduria. En la misma página, un poco más arriba, leo, en una entrevista con el gran e irregular músico de jazz, Keith Jarret, esta respuesta: "Tocar solo es algo absorbente. Es como si yo fuera tres personas distintas: una está escuchando, otra tocando y una tercera creando." Pero mientras esto sucede, yo escucho algunas canciones de Quenn Of Denmark, de John Grant. Por ejemplo, esta I Wanna Go To Marz que ahora suena no está nada mal, pero tampoco es la bomba. Me recuerda otras voces, otras melodías, otros pianos... Antony and the Johnsons, Rufus W, incluso aquel glamuroso Jay Jay Johanson. Me gusta, sí, pero no tanto como esperaba. Aunque tres canciones solo son tres canciones. Espero mucho más de ese disco.

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