lunes, 5 de diciembre de 2011

cosas para recordar

Juan Gatti y su exposición 'Contraluz' tendrán que esperar unos días.  Ayer nos surgió un compromiso ineludible: a las 13h. cada miembro de la familia ocupó su lugar frente a la pantalla de 37 pulgadas. Hacía varios minutos que las radios calentaban motores: "¡Vamos, Rafa!" La vibrante aparición de Nadal en la cancha de La Cartuja, con su energía inconfundible y su mirada de lobo, hace presagiar una final por todo lo alto. Enfrente está nada menos que Del Potro, un tenista grande de verdad. Y además argentino, que siempre es un plus. Mientras pelotean, termino de leer el artículo de Elvira Lindo, antes de plegar el periódico y exigir que se silencien los móviles y se apaguen las PSP's. Pero una final de la Davis da para tanto... Son muchas horas, con muchas pausas, pequeñas desconexiones, bajadas de intensidad, treguas necesarias, cambios de emplazamiento, escapadas a la cocina, al frigorífico, al cuarto de baño, aprovechar el final de un set para extender el mantel, poner la mesa, girar el carro de la tele y empezar a... a ganar el partido. "¡Vamos, Rafa!" Tras el postre, recogemos, giramos la tele, volvemos a nuestras posiciones. Pero todavía queda mucho partido. Incluso para echar una cabezadita (como quien echa una cana al sueño) y regresar como si nada. Llegados a este punto de cuarenta iguales -deuce-, se impone servirnos un café y volver a la posición con el segundo saque en el aire. Aún habrá tiempo para un nuevo café, algunos dulces, varias conexiones puntuales con el Carrusel Deportivo... Y así hasta llegar al tie break final, con toda la adrenalina puesta en pie. Lo que vino a continuación es fácil de imaginar. Pero no había tiempo que perder para preparar bocatas, vestirnos de calle y salir pitando hacia el Palacio de los Deportes. Allí nos esperaba un Real Madrid -Valencia muy especial: la despedida de Rudy y de Ibaka. Esas cosas que se recuerdan con el tiempo. Al final, todo el Palacio puesto en pie despedía a los NBA: ¡¡¡I-baka, I-baka, I-baka!!! Y sobre todo: ¡¡¡Rudy, quédate!!!, ¡¡¡Rudy, quedáte!!! ¡¡¡Ru-dy-qué-da-te!!! Ya en la calle, camino del autobús, mis hijos y yo comentábamos  los momentos vividos; pero Ignacio, además, lanzaba al aire canastas imposibles de tres puntos que, para nuestro asombro, todas acababan entrando. En casa confiamos -empezando por Luis, 17 años, futuro periodista deportivo de referencia- que tengan que pasar aún muchas temporadas antes de que se lleven a Ignacio a los Celtics, a los New York Knikcs... a la NBA.

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