miércoles, 14 de diciembre de 2011

corrientes y desahogos

Hay quienes están suscritos o abonados a tal o cual revista, programa, foro, blog, página web... Quien más quien menos tiene sus sitios habituales y sus bares de costumbre. Yo también. Es verdad que no voy a piñón fijo en nada, ni tampoco practico una, digamos, fidelidad inquebrantable en gustos y en hábitos, pero sí que cultivo ciertas lealtades. Para entendernos: considero la fidelidad en general como una 'cuestión de fe', una especie de dogma inamovible, algo casi sagrado y como de obligada comunión diaria. La lealtad, sin embargo, la entiendo como una querencia demostrada a largo plazo. La fidelidad absoluta es excluyente -o así me lo parece- y no admite excepciones; la lealtad no exige tanto, es más generosa y, por eso mismo, a la larga resulta más convincente, más meritoria, más 'fiable'. Los leales lo somos -con perdón- porque, sin que nada ni nadie nos obligue, nos vamos adhiriendo libre y provisionalmente a algo, a una causa, a una sección, una línea de pensamiento, un estilo, un autor, un ser humano. La lealtad acaba siendo una costumbre deliberada, no una obligación ni una exigencia ni una disciplina para ganar méritos y obtener beneficios o indulgencias. Tiene más que ver con la afición o el gusto acreditado de cada uno que con aquello que más conviene, con el interés de Andrés, con la obligación, la amenaza del castigo... Es decir, más con el amor libre (o el libre amor) que con los diez mandamientos. Bueno, todo esto viene o no viene a cuento para confesarme aquí seguidor leal -y por tanto, no fanático- del artículo semanal de Vicente Verdú, en El País, "Corrientes y desahogos". El último se titulaba "La belleza de la negligencia". Me interesó ya desde el título. En él, como casi siempre, VV (o sea, W) dice cosas interesantes y controvertidas. En algún momento afirma: "Son más hermosos los caóticos estudios de los pintores por  las obras encajadas en el caballete" [¿acaso en lugar de "por" quería decir "que"?], "es más hermoso un taller de fundición que las figuras de bronce que graciosamente produce, es más hermoso un paisaje descompuesto por la tempestad que un jardín donde los árboles se alinean disciplinadamente." Dan ganas de seguir, ¿verdad?, pero hoy no es posible: el aforo está completo.

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