miércoles, 13 de julio de 2011

ava

El día que nací, Ava Gardner estaba en Valladolid. Se hospedaba en el Hotel Conde Ansúrez, a un paso de la clínica en la que yo acababa de venir al mundo. Luego he sabido que esa misma noche Ava se corrió una juerga monumental con flamencos y toreros hasta que se hizo de día. Por eso, aquel 15 de septiembre sonó el teléfono en la habitación de la clínica donde estabamos mi madre y yo. Preguntaban si se encontraba allí el doctor Xxxxx. Era una emergencia. ¿Y cuál era ésta? Pues nada menos que "el animal más bello del mundo" se hallaba seriamente indispuesto, y desde una suite del Conde Ansúrez reclamaban urgentemente la presencia del doctor. Ha pasado algún tiempo desde entonces. Anoche fui al cine a ver una película documental sencillamente maravillosa en la que se evoca y reconstruye la presencia de Ava Gardner en España a través de secuencias de películas, documentos gráficos, testimonios, imágenes poco o nada conocidas... Ya el título es todo un acierto: La noche que no acaba. Pertenece a un poema que Robert Graves escribió para la actriz, tras haber pasado ésta una noche en la casa del poeta. El primer verso de ese poema dice precisamente "Not to sleep all the nigth long". "Pasar la noche en vela, sólo por simple gusto, es algo que se otorga a pocos, pero al fin a mí." Mirar a Ava, oír su voz, verla sonreír, moverse, andar, mirarte a los ojos, encender un cigarrillo, soltar la carcajada más hermosa del mundo, quitarse el albornoz de aquel modo y aparecer, como un diosa desafiante, con aquel traje de baño negro... Lo confieso, he disfrutado salvajemente viendo La noche que no acaba. La belleza es un puro milagro. Pero la belleza de Ava Gardner es un milagro que además emociona. A mí me emociona. Esa vida... Ese "beberse la vida"... Anoche, lo confieso también, en la oscuridad de la sala de cine, la emoción me subió a los ojos en varias ocasiones. La vida es breve, sí, pero cuando la belleza irrumpe de esa manera tan embravecida -tan "hembravecida", y perdón por el juego de palabras- adquiere un algo (no sé cómo llamarlo) que estremece, y que nos revela contra la brevedad del vivir. Si hubiera otra existencia después de ésta, yo entraría en el Facebook del más allá para pedirle a Ava que me aceptara como "amigo". Porque yo también quiero que la noche... no se acabe.

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