miércoles, 20 de julio de 2011

18 ucranianos

El título que aparece aquí arriba no tiene nada que ver con los 10 negritos de Agatha Christie, ni con los 300 espartanos que defendieron las Termópilas, ni con las 11 maneras de ponerse el sombrero de Bosé, ni tampoco con las 7 mesas de billar francés de Gracia Querejeta. Esto es otra historia. Hasta ahora, Ucrania era para mí -aparte de su notable posición en el medallero olímpico- una referencia legendaria en materia cerealística. Cuando yo era un chaval, mi padre siempre contaba que en Ucrania, pese al yugo soviético, se producían unas cosechas de trigo tan extraordinarias, tan portentosas, que ello la convertía en "el granero de Rusia". Mira por dónde, en eso estábamos empatados, lo cual nos confería un vínculo secreto con los ucranianos. Me explico: Tierra de Campos era sin discusión ninguna "el granero España". Por tanto, no había que ser un lince para inferir que entre la remota y feraz Ucrania y nuestra querida Tierra de Campos... pues como que... Y así estaban las cosas más o menos hasta el pasado lunes, 18 de julio (¡lagarto, lagarto!), cuando, a las 8 de la mañana este blog recibía la visita, casi la irrupción en tromba, de nada menos que 18 ucranianos. O quizá fuese uno solo, un francotirador de blogs muy avezado que disparó 18 veces consecutivas en un corto espacio de tiempo. Aunque yo no descartaría la tesis de los dos comandos de 9 miembros perfectamente sincronizados: uno tendría su origen en Kiev (¡qué gran equipo de toda la vida el Dinamo de Kiev!); el otro operaría quizá desde Sebastopol (¡siempre me ha fascinado ese nombre!), a orillas del Mar Negro. También existen otras posibilidades, claro está. Pero a lo que voy: es curioso comprobar cómo funcionan los equilibrios y contrapesos internacionales, y cómo la teoría de los vasos comunicantes es aplicable también a la blogosfera: cuando decaen temporalmente las visitas a este diario procedentes de Singapur y el Sudeste asiático, éstas se recuperan en los territorios eslavos de Europa; cuando desaparece o casi la Gran Bretaña, aflora misteriosamente la India; cuando México duerme, despierta Brasil. En fin. Es el misterio de las las leyes que no sólo rigen la física, la biomecánica, la termodinámica... sino también aquello que parece tan ingobernable como el azar o el amor o los vientos virtuales que soplan online. 18 de julio, 8 de la mañana,  18 ucranianos... Qué sabe nadie.

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