martes, 4 de diciembre de 2012

¿bailamos... o pedimos champagne?

Hoy el cuerpo me pide swing. Y el alma también. Por eso está sonando ahora, con ese clarinete tan inconfundible, "Si tu vois ma mère", el tema central de la deliciosa comedia de Woody Allen Midnight in Paris. Alguna vez ya he hablado aquí de esa película, y es probable que también de esta música cadenciosa y evocadora como pocas. Para mí ese tema de Sidney Bechet es perfecto, lástima que sólo dure tres minutos y catorce segundos. Y lo es porque me lleva volando sin esfuerzo, me hace ver las imágenes de un mundo que no es, una música que se eleva por encima de la realidad y me sugiere cómo debería ser, a mi parecer, la vida: un baile ligero, amable, desenfadado, perpetuo; con diálogos chispeantes y risas y esbelteces dignas de los mejores anuncios de fragancias. En esa música, en esa fantasía (que me acompañará hasta el final, o eso creo), la vida es bella. Y además en varios idiomas. Es bella porque se parece mucho al cine más alegre y enamoradizo, quizá un poco rosa, sí, ma non troppo: también tendría sus dosis de travesuras y transgresiones. Es bella esa vida porque en ella se da un cruce de géneros: tiene parte de musical, parte de comedia romántica, parte de 'la materia de que están hechos los sueños'. O sea, como el dry martini en la versión de Hitchcock: dos partes de ginebra y una rápida mirada a la botella de vermut. Hay veces en que, por momentos, parece que lo estuviéramos consiguiendo; y es tan maravilloso y tan fugaz que no sabe uno bien en esos casos si abrir mucho los ojos, para no perder detalle, o cerrarlos, para aspirar a fondo ese milagro... y retener la maravilla mientras sea posible. "Si no habitarla, / ah, quién pudiera al menos retenerla", dice Claudio Rodríguez. Pero es tan breve el instante, el beso, el baile, el juego... Y así, bailando, bailando, hemos llegado a este insuperable swing perteneciente a Hannah y sus hermanas. Por el camino, mientras escribía, ha habido otras bandas sonoras, otras películas. Todavía tengo por delante los temas de Manhattan, La rosa púrpura de El Cairo y otras maravillas. Quiero decir con esto que, si nos empeñamos, la vida puede ser bella... por momentos, y el mundo estar bien hecho durante 3' 14", o incluso durante noventa minutos o dos horas. La vida es breve: hay que procurar vivir y hacer vivir una película cada día. O al menos una canción, una banda sonora de cine que dure lo que un martini rosso en una pérgola muy blanca frente al mar de los anuncios, mientras decidimos si bailamos o pedimos champagne. En fin, que hoy estoy generoso y, por haber llegado hasta aquí, te voy a regalar un clip muy ad hoc que no tiene precio. http://www.youtube.com/watch_popup?v=mz3CPzdCDws

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